Ya esta rociada la gasolina por toda la casa. Que se jodan. Como el chiste de la canoa, ¡una mierda vais a hacer con mi piel! Para vosotros una propiedad más, para mi una vida de recuerdos. ¿Qué precio tienen los recuerdos? ¿Podía alguien avalarlos? Los recuerdos no valen dinero.
Recorro las habitaciones y siento como las lágrimas corren por mis mejillas. En la habitación de matrimonio, mi mujer. En la de mis hijos, los veo a ellos. En la cocina, estamos todos sentados alrededor de la mesa. Nunca más serán realidades.
Ahora, esta todo vacío, como la conciencia de algunos o los bolsillos de otros. Sin muebles, como el día que decidimos como decorarlo. Aquel día en el que nos imaginábamos mayores, tomando café junto a la ventana y viendo a nuestros nietos jugar. Ese futuro tiene un precio que no podemos pagar.
Enciendo la cerilla y observo como se consume la llama. Las vidas también se consumen cuando el ambiente no es el propicio. Y el amor. La suerte si existe también lo hace. Y el trabajo. A mi me pasó. Ahora estoy tirado como una cerilla.
Vuelvo a encender otra. Esta sí que arde como debe hacerlo. La llama corre por encima de la gasolina y sube por las paredes como una araña buscando una esquina. Los recuerdos impregnados en ellas arden deprisa.
Salgo deprisa de la casa de mis sueños y no me giro ¿Para qué? Mi familia tampoco mira. Me esperan en el coche con la cabeza agachada y sin una sola lágrima en sus ojos. Creo que las han gastado todas. Las mías deben de estar ardiendo dentro de la casa. Espero que nuestra próxima vida no acabe en llamas. Ya juré demasiadas veces, que esto nunca ocurriría.
La vida siempre está en llamas. Yo también juré demasiadas veces no quemarla. No prenderme en ella.Imposible colega.
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