sábado, 4 de febrero de 2012

LO QUE SE SIEMBRA


Esa relación ya no empezaba bien. Su primera cita y ya estaba jodiéndolo por quedar a las diez de la mañana. El no madrugaba ni para ir a buscar dineros. Pero haría el esfuerzo por esta vez. Esa chica le gustaba de verdad y estaba dispuesto a dejar de lado algún caprichito, al menos hoy.
Se levantó vestido, siempre lo hacía menos los miércoles y domingos que se cambiaba de ropa. Era martes y vestirse era una cosa menos que le tocaría hacer. Entró en el cuarto de baño. Se sentía orgulloso por lo ordenado y limpio que estaba todo; su madre hacía una semana que lo había dejado nuevo y él tenía muy claro que  “no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia”.
Saco un botellín de whisky que tenía en el armario que utilizaba para guardar trastos. Se echó un buche a la boca y escupió en la pica del lavabo salpicando el cristal. Algo le tenía que dejar a su madre para cuando le volviese a tocar la limpieza.
Llenó sus manos de colonia “Nenuco” (era la única que le gustaba). Emborrachó su pelo, su ropa, las axilas, e incluso puso unos centilitros dentro de sus calzoncillos, que le provocaron un escozor que le hicieron chillar como a un energúmeno.
Cuando bajó a la calle se colocó las gafas para que los rayos del sol no le destrozasen la vista. Nunca salía antes del telediario de las 21 y la mala hostia se estaba adueñando de él. Empezaba a ser demasiado lo que estaba haciendo por una chica.
Paró en la tasca que tenía debajo de casa. Necesitaba alguna ayuda para acudir a su cita.
-¡Hombre Josele! Benditos los ojos que te ven a estas horas- Dijo Ángel, el dueño del bar.
-Ya tío, hazme una foto porque no me vas a ver más- le contestó - Ponme un carajillo de anís del mono.
Después de tomárselo, pidió otro. El alcohol siempre le daba seguridad en si mismo y quería impresionar a aquella chica.
-Josele ¿no serás tú el que apesta a colonia de crío?- dijo Ángel, tapándose la nariz y poniendo cara de asco.
-No me jodas Ángel, que es muy temprano.- Miró el reloj, llegaba media hora tarde, así que se dio la vuelta y se marchó- Luego me paso para pagarte,¡y deja de echar ambientador cabrón, que no huele tan mal!
Había quedado en una cafetería que no le quedaba muy lejos de su casa. Por fin la iba a conocer en persona, después de dos semanas chateando con ella. Al principio no confiaba mucho en esas páginas para encontrar amistad, eso era de maricones, solía decir él, pero esa chica le llegó al corazón, nada más verla.
Cuando llegó a la cafetería vio que en ninguna mesa había nadie. Tan solo en la barra había una señora mayor que estaba tomándose un cortado.

Se acerco a la barra y le preguntó a la camarera.

-Perdona, ¿Sabes si ha estado aquí una chica? con un pañuelo rojo en el cuello?
-¿Eres Josele?-le respondió la camarera, con un sonrisa que si Josele fuese más listo se hubiera dado cuenta que no escondía nada bueno.
-Sí- respondió el extrañado.
-Han dejado esto para ti- le dio un sobre blanco, que ponía “Para Josete, con cariño”
Lo abrió y leyó su contenido:

“Querido Josele
Vaya chasco ¿no?, que gilipollas eres. ¿Te dije que me vengaría por aquel día que me dijiste que era una zorra? ¿No era lo suficiente mujer para ti? ¿Mi coeficiente era bastante simple, verdad? ¿Necesitabas una mujer más inteligente a tu lado? Tres meses contigo y aprendes bien lo que es ser un mierda.

Recoge lo que has sembrado.

Sonia”

Josele se puso rojo como un tomate, las venas del cuello empezaban a hinchársele y los ojos se le inyectaron en sangre.
Dio un golpe encima de la barra y se marchó dando un portazo que hizo retumbar todo el local.
-Que pestazo a colonia de niño ¿no?- dijo la abuelita que tomaba el cortado, a la camarera.


1 comentario:

  1. Nunca es bueno menospreciar a alguien. La vida da muchas vueltas, colega. Todos nos hemos parecido a Josele en algún momento. Muy grande amigo, ¡sigue asi!

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